viernes, 6 de febrero de 2009

Tomada de edición online, El Telégrafo del 01 de febrero del 2009

“Escuela” de las Américas






Mauro Cerbino mcerbino@telegrafo.com.ec

Las comillas son de rigor, porque se refieren a una institución que si educa lo hace para que sus alumnos se perfeccionen en destrezas para matar. El lunes 26 de enero, el padre Luis Barrios fue condenado a dos meses de prisión por una corte federal de los Estados Unidos con la acusación de haber violado las leyes que le impedían entrar en la base militar de la Escuela de Las Américas. Efectivamente, meses atrás el padre Barrios (activista boricua residente en Nueva York), junto con otros activistas del observatorio de derechos humanos SOAW (School of Americas Watch), logró penetrar algunos metros dentro de las instalaciones, burlando por el lapso de unos pocos instantes, las seguridades del lugar. Fue un acto de rebeldía y de desobediencia civil no violenta para manifestar en contra de una institución que es tristemente famosa en la región latinoamericana. Una institución en la que se han formado miles de militares responsables de torturas, desapariciones, golpes de Estado y otras atrocidades, a lo largo y ancho de todos los países de la región. En el caso de Chile, en donde se han realizado investigaciones a fondo, se han encontrado pruebas contundentes de la participación de los alumnos de la Escuela en el golpe de Estado a Salvador Allende. En cuanto al Ecuador, si bien no se han producido violaciones masivas de derechos humanos comparables con las que se han dado en el Cono Sur, está pendiente la tarea de esclarecer el papel que han jugado los miles de militares ecuatorianos que han sido enviados por los sucesivos gobiernos para ocupar los pupitres de esta macabra Escuela. ¿Hay una relación entre algunos actos flagrantes de violación a los derechos humanos ocurridos en Ecuador y la actuación de miembros de las Fuerzas Armadas que ahí se han formado?

“Luis Barrios fue condenado a dos meses de prisión por una corte federal de EE.UU.”
Luis Barrios se ha declarado ante el juez que lo condena un “prisionero de conciencia”, una expresión que él mismo define como cualquier persona encarcelada por su raza, religión, color de piel, idioma, orientación sexual o credo, mientras no haya defendido o practicado la violencia. El suyo es un gesto cargado de simbolismo que nos convoca a pensar no en el heroísmo del activista, sino en la necesidad de plantear una estrategia que sirva para mostrar cómo el poder político-militar de los Estados Unidos y su directa ingerencia en los asuntos nacionales de los países latinoamericanos, no conviene a los intereses de los pueblos de esos países. Por lo tanto es un gesto que llama a desafiar ese poder y que lo vulnera de algún modo. Sabemos que el gobierno del presidente Correa estudia la posibilidad de no seguir enviando militares ecuatorianos a la escuela. Este también sería un gesto de mucha trascendencia política, en sintonía con la decisión de dar por terminado el convenio de la base de Manta. Asimismo, la esperanza que en estos momentos el mundo entero y el pueblo norteamericano albergan de que el presidente Obama cambie sustantivamente la conducción de los Estados Unidos e implemente un nuevo esquema de relaciones internacionales menos invasivo y más solidario del que adoptó su antecesor, debe dirigirse también a que la fatídica Escuela sea definitivamente clausurada.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

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